Pedro Echeverría V.
1. En la vida es muy desagradable enterarse de que se vive engañado y que muchos se ríen y se burlan de nosotros porque en cierta manera vivimos con mucha ingenuidad; pero en política, en asuntos de Estado, para los que entendemos algo de esas cosas, el engaño resulta millones de veces peor porque lesiona intereses colectivos de millones o miles de millones de seres humanos. Así por ejemplo, muchos científicos pacifistas se enteraron años después que sus investigaciones y descubrimientos llevarían a la construcción de la bomba atómica o de las bombas nucleares que llevaron al asesinato instantáneo de millones de seres humanos. Los primeros habitantes de EEUU se sacrificaron por construir un país poderoso sin saber que se convertiría en un imperio saqueador de otras naciones; daríamos apoyos a la creación de partidos democráticos que luego (sin saber) se convertirán en nuevos aparatos para beneficio de unos cuantos; gastamos grandes energías, sufrimos represiones, para hacer una revolución que luego se aburguesa para convertirse en enemiga de los mismos trabajadores. Pero ni modo, “uno no sabe para quién trabaja” y parece que así tiene que ser.
2. De pronto nos dicen, cuando casi nada se puede hacer para reparar daños, que según el Vaticano, durante seis años gobernó México un loco; que Bush invadió Irak porque la CIA le dio informes falsos sobre la existencia de bombas nucleares en el país asiático; que Fox y los empresarios sí intervinieron directamente para desaforar y luego impedir que López Obrador llegue a la Presidencia o que el presidente Kennedy si apoyó abiertamente con el ejercito y dinero yanqui, la invasión a Cuba. Como estos ejemplos y muchos más, llegan siempre pero cuando ya nada importante se puede hacer. Dicen que el verbo hubiera no existe, pero para quienes hacen análisis de “lo que pudo haber sido y no fue” para plantear ideas y propuestas el “hubiera” presta un buen servicio para reflexionar. ¿Cómo evitar en el futuro que nos gobierne un loco, un asesino, un mentiroso, un invasor? ¿Qué pudo haber pasado en el país si los gobernantes fueran vigilados, cuestionados, controlados, por un pueblo siempre crítico y exigente?
3. En México le llaman “criticar a toro pasado” a lo que hacen los “analistas” que se ensañan con sus críticas a gobiernos y administraciones pasadas pero se cuidan de no hablar de los altos funcionarios del presente. Pero también les dicen a escritores, periodistas, intelectuales o investigadores universitarios pegados al gobierno y a los empresarios, que se dedican a “hacer las barbas” o que han “entregado las nalgas”. Por ese motivo cuando hoy se ensañan en México contra el enfermo de la mente expresidente Fox o se dice que en EEUU no ha habido un presidente tan impopular como Bush, sólo me hace sonreír. Se quejan, pero la cobardía de esos “críticos” es tan grande que han cambiado su dignidad con los salarios millonarios que reciben del Estado ¿Cuándo los mexicanos alcanzaremos la altura del anarquista Flores Magón que durante décadas luchó frontalmente contra la dictadura de Díaz, la traición de Madero, los gobiernos burgueses de Carranza y Obregón, que pasó más de 20 años en cárceles, para luego ser asesinado por el gobierno en una de las prisiones?
4. Las que sí con mucha dignidad y profesionalismo han alcanzado algunos niveles parecidos a las batallas del periodismo de Flores Magón de hace un siglo son las periodistas de investigación Ana Lilia Pérez Mendoza, Anabel Hernández, Maria Paula Flores, la misma Lidia Cacho que, a pesar de ser amenazadas, demandadas, perseguidas y encarcelada (como fue Cacho) han tenido la valentía de investigar, demostrar y denunciar la profunda corrupción de la familia Fox, los gigantescos negocios ilícitos del fallecido Mouriño, del exsecretario particular de Calderón, César Nava, de otros funcionarios panistas y empresarios que ahora se aprovechan del poder gubernamental. Estas jóvenes periodistas han venido a demostrar cómo debe ejercerse el periodismo crítico y de qué manera debe un luchador social comportarse frente al poder. No tengo duda que aún existen algunos viejos dispuestos a seguir confrontándose contra el poder donde se encuentre, pero parece que son los jóvenes (los que el poder no ha podido controlar) quienes van a revolucionar al mundo.
5. La realidad es que son más orates y tontos los que permitieron (o permitimos, si se quiere) que durante seis y ocho años nos gobernarán por un personaje desquiciado y otro guerrerista invasor sin hacer nada importante para derrocarlos y meterlos a la cárcel. Entre cien años los nietos y bisnietos se burlarán o, por lo menos se reirán, de quienes eran explotados y oprimidos porque en lugar de luchar por sus derechos preferían andar arrastrados o con la cabeza agachada. Pero no será tan penoso o vergonzoso porque entre un siglo comprenderán que sus padres, abuelos y bisabuelos no eran muy cobardes sino sólo ingenuos porque se dejaban engañar por la ideología de sumisión y conformismo que les imponían en la familia, la iglesia y la escuela. El próximo siglo se va a decir: “tenían tanto miedo nuestros antepasados que siempre que hablaban del gobierno o de los empresarios lo hacían en voz muy baja y casi escondiéndose para evitar que los corran del trabajo o los castiguen. Mientras tanto los políticos y empresarios vivían como reyes.
6. Pero al fin, los altos funcionarios papales del Vaticano descubrieron, se dieron cuenta, que Fox era un orate, que se reía solo y de cualquier cosa, que estaba enfermo de verborrea y mentía mucho; además había adoptado como esposa a Martha Sahagún para que le sirviera como su niñera y guía. Sin embargo no es Fox, sino los mexicanos quienes deberían avergonzarse porque desde el manicomio donde seis años estuvimos encerrados con Fox y su esposa, se burló de nosotros. Creímos que por estar más loco que nosotros no podría gobernar todo su sexenio; sin embargo lo terminó y además nos impuso a su sucesor con esa risa de desquiciado. Lo mismo sucedió en EEUU: Bush fue un presidente asesino, mentiroso, hijo de puta y todo lo que se quiera, pero fue electo y reelecto para gobernar ocho años y después de tantas masacres y asesinatos ordenados por él, no irá a la cárcel. ¿Fueron pueblos imbéciles los que los eligieron sin escuchar nuestras críticas o sólo fueron simples víctimas de la ideología individualista que los más poderosos del capital difunden por los medios de información?
7. Siempre, al iniciarse los períodos de gobierno la mayoría de los habitantes cree con ingenuidad en las promesas de los políticos en el sentido de que “ahora sí cambiarán las cosas porque los nuevos gobernantes son creíbles”, se pide “darles tiempo y tenerles confianza para que demuestren su trabajo”; pero al poco tiempo demuestran que son más de lo mismo, que siguen robando y oprimiendo a los mismos que votaron por ellos. Los dejan terminar su sexenio de gobierno aunque sigan destruyendo al país y así vuelve a registrarse un nuevo ciclo como si nada hubiera pasado. Pareciera que la gente no tiene memoria histórica, pero mucho menos capacidad para empatar o relacionar unas cosas con otras. En México los llamados “gobiernos de la Revolución” comenzaron con Carranza en 1916, los gobernantes del PRI se iniciaron en 1929 y los del PAN en el 2000, pero la gente sigue viviendo con esperanzas siempre frustradas, pero cada sexenio que se inicia piensa y cree que la situación de la población del país será mejor. Pareciera que no tiene remedio.
8. Da la impresión que la amplia mayoría de la gente, en política, no sabe siquiera discernir, es decir, distinguir entre una idea y otra o a diferenciar un pensamiento y otro. Parece acostumbrada a inclinarse en lo que cree, en lo que supone, en sus impresiones, en las apariencias. Por eso en las campañas políticas no se debaten ideas sino se lanzan consignas; en los medios no se analizan programas sino solamente se propagan spots y pequeñas frases para ridiculizar o insultar al oponente. En la izquierda radical, por lo menos desde el gobierno de López Mateos (1958/64), y en los sexenios que siguieron, insistimos a la población en que no votara porque de nada servía cuando el gobierno priísta lo tenía controlado todo, pero además porque las elecciones no garantizaban cambios importantes y duraderos. Pero la gente, muy bien manipulada, sigue votando por cualquier persona o cualquier partidos que paga millonadas en la televisión y por quienes les compra con regalos y promesas sus votos. Y esto es un decir, porque los votos siempre son guiados por acuerdos entre partidos y gobiernos.
9. Hoy nadie quiere hablar de programas, de partidos, de ideas, de antecedentes. No importa si los objetivos de lucha o las ideas coinciden con los pobres, el liberalismo o el conservadurismo. Todo resulta muy difícil de entender y provoca mucha flojera investigar. Resulta más fácil ver la cara de un candidato y a partir de ello pensar si es bueno o malo, si será ladrón u honrado, si es sincero o mentiroso. Pareciera un problema de suerte, de destino, de lotería o, de plano, de desinterés. Ahora como no saben nada de partidos y programas buscan personas, por eso la TV enseña caras, gestos, frases. Y dado que en la llamada democracia el voto es individual y hasta secreto, las colectividades campesinas, sindicales, populares, que podrían discutir programas y planes de trabajo, de nada sirven. Cada quien se mata solo, decide solo y, por tanto, debe defenderse sólo. Es uno de los peores males de la democracia burguesa: el individualismo que enfrenta y mata a las colectividades. ¿Cómo podrán esas individualidades acabar con el gran poder concentrado de la burguesía?
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