Moscú 1921 - Encuentros en el Kremlin
Publicada originalmente en Survey no. 53, octubre de 1964.
¿Recuerdas con claridad tu visita a Moscú en 1921? ¿Cuáles fueron tus primeras impresiones?
Bernhard Reichenbach: Oh, mis impresiones están aún muy vivas. El viaje desde Berlín hasta Moscú me llevó como diez o doce días. Fui por mar a principios de marzo y tuve que esperar ocho días en Reval antes de conseguir mi visado ruso. En junio se unieron mis camaradas Alexander Schwab, Meyer, un obrero metalúrgico de Leipzig y un antiguo marinero llamado Jan Appel, que había ido el año anterior a Moscú con Franz Jung para hablar con los líderes rusos - su historia salpicó en la prensa. Estuvimos todos allí por el KAPD, el Partido Comunista Obrero, que era más bien persona non grata en los ojos del KPD.
¿No fuiste uno de los primeros izquierdistas alemanes en ir a Moscú?
Bernhard Reichenbach: Bueno, no. Hubo cuatro representantes del KAPD en el segundo Congreso del Comintern en 1920. En 1921 fui como un "simpatizante" sin voto.
Pero supongo que para la mayoría de los delegados fue su primera visita a Rusia.
Bernhard Reichenbach: Sí, así fue. Fue mi primera visita a la Rusia bolchevique, pero había estado antes de la guerra, cuando era actor. No hablaba nada de ruso, pero desde el momento que crucé la frontera, y todo el tiempo que estuve en Moscú todo el mundo fue muy amable y amigable y me tradujeron -mayormente eran los letones quienes traducían. Por supuesto todo fue bien en la Ejecutiva del Cominterm -el ECCI- y después en el Congreso, porque el alemán era el idioma oficial, y la mayoría hablaba alemán con fluidez.
¿Dónde te alojaste mientras estuviste en Moscú?
Bernhard Reichenbach: Estuve en el Hotel Lux, junto con otros delegados extranjeros del congreso, sobre una centena de ellos. El único otro extranjero que vi allí algunas veces fue uno o dos periodistas. Fui y me presenté ante Zinoviev, que era el presidente del Ejecutivo del Cominterm, y después tomé parte en las sesiones del Ejecutivo; tuvieron lugar dos o tres veces por semana. Además de Zinoviev, los rusos que acudían regularmente eran Bujarin y Radek. Trotsky vino una o dos veces, pero nunca Lenin, aunque después en el congreso ellos dos fueron los portavoces principales.
¿Y cómo funcionaba la Ejecutiva?
Bernhard Reichenbach: Bueno, muy pronto vi claramente que esta "Internacional" estaba dominada por los rusos. Y, por supuesto, era virtualmente inevitable no solo porque Rusia aportaba el dinero, y servía como refugio para muchos revolucionarios que habían estado perseguidos en sus propios países. Lo que importaba realmente era que fue el primer partido marxista en hacer realidad el sueño del Manifiesto Comunista de 1848. No digo que las diferencias de opinión en el ECCI fueran suprimidas, o que las críticas en el congreso fueran reprimidas o castigadas; pero cualquiera que mantuviese una posición que difiriese de la rusa se quedaba bastante aislado.
¿No diferían los rusos entre ellos?
Bernhard Reichenbach: Sí, pero era normalmente de puertas para adentro, y cuando Lenin se había manifestado, la cuestión estaba resuelta. Su autoridad era simplemente dada por sentado por sus camaradas. No digo que se limitasen a obedecer mecánicamente o que estuvieran bajo ningún tipo de trato. Admitiré incluso hoy que su posición era el resultado de su indudable superioridad. En menor grado era también verdad respecto a Trotsky, pero bastante menos. Necesitada la confirmación de Lenin, y siempre la conseguía.
¿Cómo los compararías a ambos?
Bernhard Reichenbach: Ellos eran dos tipos completamente diferentes de líderes revolucionarios. Eran ambos inusualmente dotados como oradores, aunque no había nada chocante en Lenin, nada impresionante. Pero en la discusión -en un pequeño grupo o en la plataforma en un mitín monstruoso- él era maravillosamente convincente, por la forma que argumentaba, por el tono de su voz, por la lógica secuencia de las afirmaciones con las que alcanzaba su conclusión. Cuando se enfrentaba a opiniones hostiles, su voz solía tomar un tono de incomprensión, como si encontrara imposible de creer que alguien no pudiese entender algo tan obvio - incluso cuando el asunto estaba muy lejos de ser obvio. Zinoviev solía imitar su entonación, pero no provocaba la misma respuesta. Trotsky hablaba con emoción, el atractivo pathos del líder revolucionario -sin llegar a la demagogia- desde Danton hacia adelante. Y por supuesto su posición como fundador y organizador del Ejército Rojo, que acababa de derrotar a Denikin y Kolchak y Kornilov, le hizo ganar la más alta consideración.
¿Qué pensaste de los otros líderes rusos?
Bernhard Reichenbach: Bujarin era un hombre muy complaciente; era fácil hablar con él, y conducía sus argumentaciones de un modo escolar y objetivo. Radek era un polemista brillante, familiarizado con las condiciones y personalidades alemanas; tenía un ingenio chispeante - pensabas que estabas escuchando un número de cabaret de primer nivel.
¿Y Stalin?
Bernhard Reichenbach: Nadie le mencionó. Nunca estuvo allí durante nuestras discusiones. No solo digo que no atendiera a las sesiones todos los seis meses que estuve allí -el ECCI, el tercer congreso, y el congreso fundacional de la Internacional Sindical Roja- quiero decir que ni siquiera nadie le mencionó. Por supuesto, estaba en el círculo íntimo incluso entonces, pero eso lo supe mucho después. Pero era posible en 1921 estar seis meses en Moscú sin conocer de su existencia.
¿Cómo conseguiste noticias sobre lo que esta sucediendo fuera de Rusia?
Bernhard Reichenbach: No había radio, y uno podía conseguir periódicos extranjeros, excepto algunas veces el Rote Fahne -y llegaban muy tarde. Realmente estabamos bastante aislados. Pero los rusos no sentían eso. Por supuesto, había periódicos rusos y de vez en cuando me lo traducían para mí.
¿Estaban los rusos especialmente interesados en Alemania? ¿Pensaban todavía los líderes bolcheviques como el país más importante, o estaban ya decepcionados?
Bernhard Reichenbach: Ambas cosas quizá. El KPD era después de todo el partido más fuerte fuera de Rusia, y las relaciones con Alemania eran buenas.
¿Cómo evaluaban la situación en Europa si no tenían radio ni periódicos?
Bernhard Reichenbach: Oh, estoy seguro de que todos los oficiales conseguían noticias claramente y con rapidez. Por teléfono, a través de la diplomacia, y por correo. No, los rusos no se sentía aislados en ese sentido.
¿Conociste algunos rusos además de la gente del congreso?
Bernhard Reichenbach: Sí. Conocí a familias desde Reval hasta algunas de Moscú. La mayoría eran no-políticas, pero una de ellas, la familia Sundelevich, había tomado parte en la revolución de 1905. Y por supuesto, entonces estaba interesado profesionalmente en el teatro. Conocí a Stanislavsky, y vi maravillosas representaciones del Revisor de Gogol y Los bajos fondos de Gorky. Por supuesto fueron en ruso, pero conocía las traducciones alemanes de memoria -las había aprendido como actor- y así que las disfruté tremendamente. Estuve varias veces también en el teatro yiddish.
¿A quién más conociste en el mundo del teatro?
Bernhard Reichenbach: Llegué a conocer al actor Mikhoels. Era bastante joven entonces, pero ya bastante conocido; y conocí a Alexander Granovsky, el productor, que después emigró a Alemania. Quería entretener a los delegados del congreso, así que organizó dos o tres representaciones de Mysteria Buffa de Mayakovsky, que Granovsky había traducido al alemán; me preguntó si podía ayudarle a organizarlo, y así hice. A Meyerhold -era el más famoso de los productores rusos de la época- le disgustó la puesta en escena de Granovsky. Ambos tuvieron una discusión encarnizada, y Granovsky me llamó para que me uniera a él. Nos quedamos toda la noche, acompañada con grandes cantidades de té y cigarrillos, pero no podía entender ni una palabra porque estaban discutiendo en ruso y no dieron tiempo a que fuera traducido para mí. Al final les pregunté si podría llevarme de vuelta al Lux, porque tenía una reunión por la mañana. El teatro en Moscú estaba muy vivo en aquella época, y en mi opinión, tenía un gran nivel.
Bueno, volvamos a la política. ¿donde fueron tus reuniones de aquella mañana?
Bernhard Reichenbach: Tal como recuerdo, la Ejecutiva siempre se reunía en el Kremlin. Me dieron un pase del Kremlin, y podía ir y volver sin ninguna dificultad. En una ocasión tuve una conversación con Lenin, en su estudio. Si hubiera pedido una entrevista a través de los canales oficiales, para hablar con él sobre los puntos de vista y planes del KAPD, el KPD más que probablemente lo habría saboteado, y quería evitarlo. Estuvieron continuamente postergándolo de un día para el siguiente, así que escribí bastante enfadado una carta a Lenin. Le conté que había estado aquí cuatro semanas, como delegado del KAPD, y que él no se había molestado en escuchar lo que tenía que decir; si no tenía intención de verme, sería mejor que me volviera a Berlin. Dejé esta carta en la sala de espera de Lenin -su secretaria, de gran carácter, Madame Fotieva, palideció y qué pensaría de mi atrevimiento, que desapareció con mi carta. Esperé. No ocurrió nada. Entonces vino Radek; claramente tenía una cita con Lenin. Parecía asombrado al verme allí. Cuando le conté lo que había hecho, se rió. Un cuarto de hora después me dieron una carta, escrita por el propio Lenin; me escribió en alemán, encabezado como -en ruso- RSFSR, Presidente del Consejo de los Comisarios del Pueblo, Moscú, Kremlin, 1921. Aquí está:>[Querido camarada Reichenbach,Acabo ahora -16 de mayo, 13:30 horas- de recibir y leer tu carta. Lamento profundamente que no haya sido realmente capaz de encontrar tiempo para ti. Desafortunadamente, he estado tan sobrecargado de trabajo estos últimas pocas semanas que prácticamente no pedido concertar ninguna entrevista, y he tenido que aplazar con urgencia trabajo, incluso la lectura de importantes documentos alemanes. Por favor disculpame.Incluso ahora estoy en la misma situación, y por lo tanto realmente no estoy en una posición de hacer un promesa positiva de verte en los días siguientes. Si es particularmente urgente, ¿por qué no dejas tus propuestas brevemente por escrito?De nuevo pidiéndote tus disculpas con saludos comunistas, Lenin]Bueno, tenía que estar satisfecho con ello por el tiempo pasado, pero pocos días después una secretaria vino por mí al Lux, muy excitada, y me dijo que debía venir a ver a Lenin. Había un coche esperándome para llevarme al Kremlin.Cuando le ví no había tenido su primera apoplejía; parecía perfectamente saludable, y muy fuerte. Lo que se dice de él era bastante verdad -sabía escuchar. Cuando le expliqué nuestra posición, señaló el mapa de Rusia en la pared, y dijo que la misma Rusia era demasiado grande, no podía encontrar tiempo para saberlo todo.
Después de todo, ¿no era mucho después de la insurrección de Kronstadt, no?
Bernhard Reichenbach: Sí, y junto a eso estaba el fiasco de la Acción de Marzo en Alemania. Ambos sucesos -que realmente conmovieron al mundo comunista- ocurrieron mientras estaba de camino desde Berlín. La insurrección de Kronstadt había sido aplastada, pero políticamente sus efectos estabán todavía recientes. Los líderes de la Oposición Obrera -Shliapnikov, que había sido Comisario de Trabajo, Lutovinov, un líder sindical, y Alexandra Kollontai, que había sido Comisaria de Bienestar- todos condenaron el levantamiento, pero lo atribuyeron al desarrollo de la dictadura del estado y la maquinaria económica. Bueno, en comparación con lo que estuvimos acostumbrados con Stalin, Mussolini y Hitler, lo que ocurrió entonces parece suave ahora, pero el número de arrestos se elevó, y la a Oposición Obrera le fue prohibida participar en ninguna actividad.
¿Conociste a alguna de estas personas?
Bernhard Reichenbach: Sí, lo hice. Después de haber estado en Moscú unos pocos días, Trotsky hizo un desfile de las tropas que habían regresado de su victoria en Kronstadt. Hubo una plataforma en el lugar donde actualmente se encuentra el mausoleo, y Trotsky estaba allí en uniforme, saludando con su mano. Él estaba rodeado por los grandes jefes del partido y los líderes del Comintern. Me pidieron poco antes -como a muchos otros- decir unas palabras de agradecimiento a los soldados. No había tenido entonces mucha relación con los camaradas rusos, y conocía muy poco del contexto de la revuelta, pero estaba reacio de aceptar la versión oficial de los marineros engañados por los guardias blancos. Así que, afortunadamente, lo rechacé.
¿Discutió la Ejecutiva del Comintern sobre Kronstadt?
Bernard Reichenbach: No, ni una palabra, pero nosotros lo hicimos en el Lux. Los seguidores de la Oposición Obrera confiaban en mí, y mi habitación se convirtió en un lugar de reunión. Gran parte de los camaradas rusos hablaban alemán -buena parte de los trabajadores del Comitern era de las areas germanoparlantes del Báltico. Shliapnikov y Lutovinov me evitaron, pero hice varias visitas a Madame Kollontai. Pero la Ejecutiva gastó una gran cantidad de tiempo sobre la Acción de Marzo, la cual significó una ruptura completa con la política que el KPD había estado siguiendo. La acción había sido tomada parcialmente en respuesta de las presiones de Bela Kun, que había sido mandado a Alemania por el "pequeño comité" de la Ejecutiva -consistía de Zinoviev, Bujarin y Radek. Paul Levi -el líder del KPD que condenó la acción y criticó severamente a Bela Kun- fue expulsado, pero tenía muchos apoyos en el comité central alemán, y ellos como otros del otro lado vinieron de prisa a Moscú. El debaté llegó hasta el congreso igualmente. Estaba compartiendo una habitación por entonces con Kuusinen y cuando volvimos todavía seguíamos discutiendo sobre el asunto. Criticaba la forma de la Ejecutiva había cambiado su posición de un día para otro, y estaba particularmente enfadado con la manera de que Zinoviev y Radek había responsabilizado enteramente a los alemanes, como si los rusos no tuvieran nada que ver con ello. Kuusinen me dió una lección de lo que él llamo dialéctica -su charla estaba llena de "por un lado pero por el otro", de "contradicciones" y de sus "superaciones", y al final parecía que la Ejecutiva no había cambiado su opinión.
¿Cuál fue la opinión de Lenin sobre esto?
Bernard Reichenbach: Me dijeron que al principio había aprobado la misión de Bela Kun, pero después del suceso cambio de opinión, principalmente bajo la influencia de Klara Zetkin; ella había sido amiga de Lenin desde la conferencia de Zimmerwald en 1916. Después tuve una larga conversación con él. Le conté que el KPD había sido forzado a usar una situación revolucionaria para un putsch, porque hasta entonces habían estado actuando bajo la vieja línea reformista, poniendo freno a los desarrollos revolucionarios. Y entonces de repente cambio de cara -intentando usar a los sindicatos como instrumentos de la revolución proletaria. Lenin escuchó pacientemente, entonces dijo que era imposible moverse sin los sindicatos. Esta vez de nuevo se giró hacia el mapa de la pared, y dijo sonriendo "Por supuesto, no puedo estar informado sobre todo lo que pasa en mi propio país. El último documento sobre la situación alemana que estudié fue la carta abierta de Radek a los trabajadores alemanes, en enero. ¿Has hablado con Trotsky sobre esto?". Dije que lo hice. "¿Y que dijo Trotsky?". "Él no aceptaría mis argumentos". "Bueno, espero que esté en lo correcto". Dije que entendía perfectamente que él -Lenin- no tuviera tiempo para examinar cada cuestión él mismo, pero si él confiaba en cualquiera que le estuviera asesorando por entonces, y permitía usar su nombre como escudo para las posiciones de otros, la gente pensaría que la desición era suya, y en este caso el solo podría perjudicar a los trabajadores comunistas.
Así que, en relación al movimiento obrero en Europa, ¿Lenin confiaba en Trotsky y Radek?Bernhard Reichenbach: Sí, en Radek en particular para Alemania. Poco después de esa conversación, Alexandra Kollontai vino a verme a mí y a Alexander Schwab, ella dijo que iba a oponerse a Lenin en el congreso, donde él iba a presentar un informe sobre la NEP. Para ella, la NEP era una traición a la revolución. Ella pensaba que podría ser arrestada, así que nos dio un manuscrito -era su informe del programa de la Oposición Obrera. ¿Podríamos mantenerlo a salvo? Dijimos que podríamos, y como teníamos un mensajero marchándose a Berlín en un día o dos, le dimos a él el manuscrito.Lenin presentó su informe el 5 de julio. El aplauso fue tremendo, y aunque Zinoviev como presidente llamo para tomar la palabra, nadie quiso decir nada. Nosotros los del KAPD -no teníanos voto- queríamos que otros hablaran primero, pero como nadie lo hizo, Schwab se levantó para hablar. Él conocía las dificultades a las que se enfrentaba el gobierno soviético, que le forzaron a hacer ciertas concesiones, internas o externas, y entonces advirtió sobre la reivindicación soviética de ser el centro dominante de la revolución mundial. Eso llevaría, dijo, a que el movimiento se convertiría en un instrumento de los intereses inmediatos de Rusia, mientras los intereses del proletariado de los países industrializados de Europa serían forzados a permanecer en un sengundo plano. Se refirió a una entrevista que Krasin, el Comisario de Comercio Extranjero, había dado en Berlín, en el que había dicho que una huelga que estaba siendo preparada en aquel momento interfería con los envíos a Rusia. Si los trabajadores de los países capitalistas se les decía que no se pusieran en huelga porque Rusia necesitaba las máquinas que estaban construyendo, el movimiento obrero de aquellos países estaría mutilado.
¿Y cuál fue la reacción?
Bernhard Reichenbach: Bueno, Schwab recibió un pequeño aplauso -de nuestros delegados del KAPD, de la oposición en el partido holandés, de algunos sindicalistas de los IWW, que estaban allí como invitados. Pero Radek habló y hizó reír y aplaudir a la audiencia. Entonces Kollontai fue a hablar. Era bastante dramático. Ella estaba obviamente muy emocionada. Detrás de ella se sentaban Lenin, Trotsky, Zinoviev, Bujarin, Kamenev, Rykov, Radek (¡y simplemente piensa lo que les pasó a ellos!). Lenin estaba tomando notas. Trotsky estaba sentado inmóvil, los otros estaban susurrándose unos a otros y sonrriendo detrás suya -pero pudimos verlo. Ella habló en alemán -bueno, no tengo que hablarte sobre su discurso, está grabado- y entonces ella misma lo tradució, primero al francés, después al ruso - quizás ella no confiaba en el intérprete.
¿Y no le ocurrió nada, aunque apelase por un grupo de oposición en el partido?
Bernhard Reichenbach: No, nada. Trotsky le tendió la mano y ella la aceptó y se sometió a la disciplina del partido -pero todo eso ocurrió entre bastidores. Un día o dos después me pidió que le devolviera el manuscrito. Dije que haría lo que me pedía -estaba bastante seguro en Berlín. Cuando regresé a Berlín en agosto recibí un panfleto: Alexandra Kollontai, La oposición obrera en Rusia. El KAPD, cuando supo de su retractación, había traducido el manuscrito al alemán y lo publicó.
¿Y qué hiciste?
Bernhard Reichebach: Cuando nuestra delegación hizo su informe, el KAPD salió de la Internacional Comunista.
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