Pero, al margen de la Komintern, incluso contra la Komintern, y fuera del ámbito de influencia de la IV internacional trotsquista, se ha desarrollado un movimiento que se reclama de la herencia de Rosa: los «luxemburguistas», que son más una corriente de pensamiento que una organización estructurada. El «luxemburguismo», nacido tras la muerte de su inspiradora, no ha cuajado nunca en organizaciones estables. Permanece vivo como actitud ante la lucha proletaria, como vivencia revolucionaria de las luchas de los pueblos. Y se nutre incansablemente en la obra de Rosa, sobre todo en sus «errores», errores que realmente sólo lo son desde una óptica leninista.
El «luxemburguismo» no es pues, algo concreto. La obra de Rosa sí lo es. Y ella nos ha dejado su magistral condena del reformismo revisionista, aún hoy válida por tantos motivos en el seno del movimiento proletario. Y ha legado a la posteridad su obra Huelga de masas, partido y sindicatos, donde la marcha espontánea de la revolución es combinada con la acción consciente de la clase y la actuación directa de su vanguardia. Rosa no fue espontaneísta en el sentido que hoy adopta esta palabra. Rosa fue lúcidamente capaz de comprender que la revolución es una necesidad histórica y que su estallido no puede ser otra cosa que espontáneo. Pero no negó nunca el papel de la conciencia ni del partido, sino muy por el contrario, señaló hasta el cansancio su necesidad.
Pero no la necesidad de cualquier partido. No un partido burocratizado, funcionarizado, reformista y enfermo de cretinismo parlamentario. Este tipo de partido traiciona los intereses proletarios. Tampoco un partido burocratizado, dominado por un comité central, sin democracia interna, incapaz de captar el fluir constante de la iniciativa de las masas. Tampoco, pues, un partido leninista. El Partido de Rosa es el necesario nivel de coordinación y acuerdo entre los proletarios y otros luchadores conscientes en el curso de la lucha, para la lucha, no para la burocratización y la intervención parlamentaria, ni tampoco para el putch o el levantamiento blanquista.
Y Rosa nos dejó la crítica del Partido de corte leninista y su tendencia a la burocratización. Y nos legó la crítica del uso del terror tras el triunfo de la revolución.
El «luxemburguismo» no es pues, algo concreto. La obra de Rosa sí lo es. Y ella nos ha dejado su magistral condena del reformismo revisionista, aún hoy válida por tantos motivos en el seno del movimiento proletario. Y ha legado a la posteridad su obra Huelga de masas, partido y sindicatos, donde la marcha espontánea de la revolución es combinada con la acción consciente de la clase y la actuación directa de su vanguardia. Rosa no fue espontaneísta en el sentido que hoy adopta esta palabra. Rosa fue lúcidamente capaz de comprender que la revolución es una necesidad histórica y que su estallido no puede ser otra cosa que espontáneo. Pero no negó nunca el papel de la conciencia ni del partido, sino muy por el contrario, señaló hasta el cansancio su necesidad.
Pero no la necesidad de cualquier partido. No un partido burocratizado, funcionarizado, reformista y enfermo de cretinismo parlamentario. Este tipo de partido traiciona los intereses proletarios. Tampoco un partido burocratizado, dominado por un comité central, sin democracia interna, incapaz de captar el fluir constante de la iniciativa de las masas. Tampoco, pues, un partido leninista. El Partido de Rosa es el necesario nivel de coordinación y acuerdo entre los proletarios y otros luchadores conscientes en el curso de la lucha, para la lucha, no para la burocratización y la intervención parlamentaria, ni tampoco para el putch o el levantamiento blanquista.
Y Rosa nos dejó la crítica del Partido de corte leninista y su tendencia a la burocratización. Y nos legó la crítica del uso del terror tras el triunfo de la revolución.
Fragmento de: José María Vidal Villa,
Conocer Rosa Luxemburgo y su obra. 1978
Conocer Rosa Luxemburgo y su obra. 1978
6 comentarios:
Rosa Luxemburgo se le paso a muchos de su generacion porque pudo ver mucho mas que algunos que estaba a su alrededor, y muchos que todavia no pueden ver, todavia tiene ceguera politica y ceguera ideologica, el poder ver mas alla del llamado partido de vanguardia, y el caracter dictatorial del Leninismo y el Bolchevismo fue un gran paso dado por Rosa, asi como irse mas alla de la llamada Liberacion Nacional y la cuestion nacional, en ese aspecto hasta se le fue un poco adelantado a Marx, en la cuestion polaca. Rosa fue una gran revolucionaria olvidada por un largo tiempo, o mas postergada por los Leninistas porque les daba en la cara con las verdades de lo que era el Bolchevismo y tambien postergada por ser mujer, como ha sido postergada Eleanor Marx, Raya Dunayeskaya, Sylvia Pankhurst, Emma Goldman y muchas otras mujeres mas, en un movimiento plagado de chovinismo masculino y de concepciones equivocadas, sin embargo hacen un par de anos que se celebro una conferencia en China, algo bastante ironico sobre Rosa Luxemburgo en el lugar donde mas se violan los derechos humanos, y donde mas se enarbola la pena capital, y en esa conferencia se hizo muy buen trabajo, el mismo Peter Hudis y Kevin Anderson estan trabajando en una revista donde se presentara varios de los escritos de Rosa, y la obra Rosa Luxemburgo escrito por Raya Dunayeskaya tambien es un buen trabajo con sus errores sobre Engels, pero es un buen trabajo teorico, y sobre la espontaneidad
En el aspecto de la espontaneidad absoluta no estoy de acuerdo con Raya Dunayeska ( Rosa Luxemburgo ) porque la espontaneiad nunca es absoluta siempre esta combinada con la parte consciente de los obreros, porque sin conciencia clara y definida es imposible que se pueda crear una revolucion mundial, ahora, eso no quiere decir que se justifique el concepto del partido de vangaurdia, el cual no es una concepcion de Lenin, sino mas bien de Karl Kausty, donde se pone a el problema en segundo plano, y se pone en primer plano la intelectualidad, y los obreros deben ser agarrados de las manos como nenes recien nacidos, es algo muy arraigado en el concepto del lider, del mandamas, y el capataz de obreros
Creo que la cuestión del partido o, en términos menos contaminados por el autoritarismo, la cuestión de la relación entre proletarios y comunistas, sigue siendo de las más importantes en el debate entre los "rojos" que estamos fuera de la órbita de la izquierda del capital.
Mi posición es que un partido, en el sentido político del término, sólo puede ser una agrupación con el propósito de dirigir políticamente a la clase obrera o lograr que esta asuma su programa (dirección ideológica). Esta crítica es también válida para el anarquismo plataformista, que surge del intento de los anarquistas exiliados rusos de importar algunos métodos de la "eficacia bolchevique" a las organizaciones específicas del anarquismo.
Ahora, si se entiende al partido como grupo de opinión que debate interna y externamente y realiza propaganda por una opinión sobre cómo hacer las cosas (pero no para adoctrinar sino para promover la discusión y la autoclarificación colectivas), entonces estoy de acuerdo en que el partido es imprescindible e, incluso, que su aparición en el movimiento proletario es espontánea, pues en toda cuestión hay diversas opiniones y gentes con opiniones parecidas.
El partido como grupo de opinión significaría hacer lo mismo que los proletarios cuando deben deliberar acerca de algún aspecto de sus luchas, sólo que de forma más consciente, metódica y autodisciplinada. Es una herramienta de autoclarificación del proletariado, y no un grupo que busque inculcar cierto programa o convertirse en dirigente de la clase.
En resumen, sólo admito al partido o a la agrupación de comunistas conscientes con miras a la acción política dentro de la autonomía proletaria, la tendencia dentro del movimiento de lucha a que los proletarios actúen y piensen por sí mismos, sean los protagonistas de sus luchas sociales, luchen seriamente por su libertad mediante la acción directa.
Respondo a los dos comentarios.
Marcos: sobre lo que comentas, creo que no fue en ese encuentro sino en otro celebrado en Japón donde también hubo varios aportes muy interesantes. En especial, nos parecen relevantes: el de W.A. Pelz (Another Luxemburgism is possible) que estamos traduciendo al francés y al castellano; y el de Pablo Slavin (Rosa Luxemburg´s concept of democracy). Están en internet, pero te los mandaré por correo (en inglés).
Ricardo: te mandaré un debate que tuvimos hace unos meses los camaradas de DC-L sobre la cuestión del partido. La conclusión a la que llegamos es que sólo podemos (nosotros, el resto que haga lo que considere oportuno, allá ellos) ser partido como una parte del proletariado. Una parte más (ni más ni menos). Creo recordar que en tus conversaciones con Roi (o en otro texto vuestro, tendría que mirarlo) comentábais dos acepciones del concepto "partido": la primera era similar (o idéntica) a como nosotros lo vemos. La segunda era la que rechazamos (el partido-organización que trata de sustituir al proletariado). Creo que estaban en ese orden, pero lo revisaré.
Entre otras cosas, nosotros somos proletarios (y de lo más corrientitos, no somos ninguna "lumbrera" ni nada de eso). Y tenemos muy interiorizada nuestra naturaleza proletaria (tanto por lo que hemos leido y aprendido, como sobre todo por nuestra praxis cotidiana). Además, por aquello de la auctoritas bibliográfica (que no es que nos guste mucho, pero bueno), en el fondo (y en la forma) esa era la concepción que Marx tenía del partido. En el Manifiesto lo dejaba claro: los comunistas no tienen ningún interés distinto al resto del proletariado. Y su actividad partidaria concreta también se vió marcada por esa concepción (en especial en los primeros grupos en los que militó). Por eso no hacía de las organizaciones fetiches, no militaba para la organización concreta, sino para la clase en su conjunto.
Rosa Luxemburgo profundizó en esas cuestiones: esa es la clave para entender tanto su concepción sobre la espontaneidad, como su concepto de "vanguardia", radicalmente opuesta al concepto bolchevique. Y, sobre todo, como aprehendió el contenido de los procesos históricos que analizó.
Así, para ella la socialdemocracia no era sino el movimiento de la clase obrera en su conjunto, no la organización (el SPD o cualquiera de los otros partidos de la Internacional, ni siquiera la internacional en su conjunto) en sí.
Ella consideraba que había proletarios más conscientes que otros, pero eso no significa que fueran en todo más conscientes, que las posiciones fueran estáticas y no cambiasen. En el fondo, era algo similar a que hay gente que sabe más de arquitectura, y otros más de mecánica. O a que el estudiante sabe menos que su profesor, pero algún día, probablemente, sabrá más. Pero, sobre todo, RL tenía claro que la conciencia no puede tener como correlato el poder de decidir por los demás. De ahí su defensa a ultranza de la democracia proletaria.
Nosotros siempre decimos que la primera y más básica libertad es la libertad de equivocarse por uno mismo, en lugar de que otro (el iluminado de turno) se equivoque por tí (o por el proletariado en su conjunto).
En las cuestiones técnicas (en la arquitectura, en la mecánica, en la sanidad,...) hay especialistas. Y tienen autoridad, pero entendida como autoridad moral (como en las sociedades "primitivas") no como poder. Pero en lo político, entendido como organización de la toma de decisiones que afectan al conjunto de la sociedad, no puede haber especialistas. Porque esos especialistas tendrían poder (capacidad de imponer sus decisiones). Y eso se parece a la democracia real (al poder del pueblo) como un huevo a una castaña.
SALUD
guerin, estoy de acuerdo con tus apreciaciones y agregaría la última frase de RL en su crítica temprana al leninismo:
Los errores cometidos por un movimiento obrero verdaderamente revolucionario son infinitamente más fructíferos y valiosos que la infalibilidad del mejor "comité central".
Te comento que sigo leyendo materiales de RL (tengo los dos tomos de sus obras escogidas de Ediciones Pluma) y, a pesar de que tengo cosas que criticar, veo muy claramente que su obra se encuadra en la teoría revolucionaria-proletaria a diferencia de la de Lenin, que se encuadra en la teoría revolucionaria-burguesa.
Saludos
Creo que cuando decimos "partido" está claro que no no estamos refiriendo a el partido leninista. De ser así, no veo por qué tenerle tanto miedo a la palabrita.
No es cuestión de miedo, Compañero. Pero sí es necesario precisar cuando utilizamos un término de uso muy común con una acepción mayoritaria que no se corresponde con la que defendemos.
SALUD
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