Herbert Marcuse[1]
Comenzaremos por el intento de definir, a título preliminar, la racionalidad de la civilización del “socialismo en un solo país”; es decir, los principios que rigen su estructura y su dinámica interna. Para hacerlo, no aceptamos como guía ni el término “socialismo” ni su simple negación, y tampoco el término “totalitarismo” y sus sinónimos. No aceptamos el término “socialismo” porque su validez depende de un acuerdo previo sobre su definición, y aún así sólo puede ser entonces resultado del análisis; no aceptamos tampoco el término “totalitarismo” porque la noción es aplicable a una amplia gama de sistemas sociales, dotados de estructuras distintas e incluso antagónicas. Trataremos, más bien, de llegar a la localización de los principios que buscamos mediante la reunión de los rasgos y características de la sociedad soviética que han permanecido constantes en líneas generales a lo largo de las diferentes etapas, regresiones y modificaciones. Estos rasgos pueden ser expuestos, de forma resumida, de la manera siguiente:
- Industrialización total, sobre la base de una producción nacionalizada, con prioridad del “sector I“ (producción de los medios de producción).
- Colectivización progresiva de la agricultura, que tiende hacia la transformación final de la propiedad koljosiana en propiedad estatal.
- Mecanización general del trabajo y extensión de la enseñanza “politécnica”, que llevarían a la “igualación” entre los sectores rural y urbano.
- Elevación gradual del nivel de vida general, en función de la realización de los objetivos expuestos en los puntos 1-3.
- Instauración de una moral de trabajo universal, “emulación socialista” y eliminación de todos los elementos psicológicos e ideológicos trascendentes (“realismo soviético”)[2].
- Conservación y fortalecimiento de la organización estatal, militar, empresarial y del Partido, como vehículo adecuado para la realización de estos procesos (1-5).
- La transición a la distribución del producto social según las necesidades individuales, después de la consecución de los objetivos expuestos en los puntos 1-5.
[1] Reproducimos un fragmento de la obra de Herbert Marcuse (1898-1979) El Marxismo Soviético, publicada originalmente en 1958. Concretamente, el fragmento pertenece al Tercer Capítulo (“La nueva racionalidad”) de la Primera Parte del libro (“Postulados políticos”). Marcuse, autor vinculado a la Escuela de Frankfurt, fue también un referente muy importante para el izquierdismo de los años 60-70. La nota 2 es nuestra.
[2] El famoso “stajanovismo” y el “realismo soviético” supusieron una subordinación del hombre al trabajo y a la máquina, una nueva forma de servidumbre y dominación (alienación).
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