lunes, 16 de junio de 2008

Un Mundo en Común (World in Common)

MANIFIESTO

Nuestra posición

1. Nuestro objetivo es ayudar a inspirar una visión de una forma de vida alternativa, donde los recursos materiales y tecnológicos para crear riquezas (las fábricas, las granjas, las tierras, los medios de comunicación, etc.) sean propiedad de todos en común, y sean controlados democráticamente por la comunidad, sobre una base ecológicamente sostenible y socialmente armónica. Los individuos cooperarán voluntariamente en la producción de bienes y servicios, los cuales podrán tomar libremente de las tiendas y otros establecimientos de acuerdo a sus necesidades. La compra y venta, las transacciones monetarias, las ganancias y el empleo asalariado cesarán de existir totalmente, al igual que la idea misma de propiedad (con excepción de las posesiones personales para uso privado). Los individuos serán capaces de desarrollar libremente su potencial creativo y de tomar decisiones significativas que les permitirán, por fin, tomar verdadero control de sus propias vidas.

2. Una sociedad como esta requiere dos cosas. En primer lugar, la capacidad tecnológica para producir lo suficiente para satisfacer rasonablemente las necesidades de cada cual. Esto es algo que hemos tenido desde hace ya bastante tiempo. Persiste la pobreza, pero no debido a la falta de potencial productivo para eliminarla, sino más bien debido a que la sociedad actual solo satisface las necesidades humanas si éstas se ven respaldadas por "un poder adquisitivo" y a que más y más de ese potencial productivo se está desperdiciando en actividades socialmente inútiles cuya única función es mantener la economía monetaria a flote. En segundo lugar, el logro de esta sociedad futura requiere que una gran cantidad de personas entiendan claramente lo que implicaría, y que apoyen este tipo de establecimiento. Esto, sin embargo, está bastante lejos de ser realidad hoy en día y es una de las razones por las que hemos surgido como una organización consciente y democrática sin líderes – para ayudar a que suceda.

3. Para producir esta forma de vida alternativa debemos reconocer la naturaleza de la sociedad actual como una en la que una pequeña minoría – ya bien sea a través de corporaciones privadas o el estado – poseen y controlan los medios de producción y distribución de riquezas, dejando al resto de la población relativamente impotentes y obligados a vender nuestra capacidad de trabajo a esta clase dominante, generalmente a cambio de un salario o jornal. Confiar en que los políticos y líderes resuelvan muchos de los problemas sociales que enfrentamos hoy en día resulta inútil, puesto que vivimos en una sociedad global que está esencialmente organizada para servir solamente los intereses de esta minoría, en lugar de la población como un todo. A pesar de los valientes esfuerzos que realizan muchas personas corrientes en todo el mundo por resistirse a las poderosas fuerzas políticas y económicas que trabajan en su contra, todavía nos encontramos con prácticamente los mismos problemas sociales que teníamos hace un siglo.

4. Para librarnos de esta sociedad de forma pacífica se requiere que la mayoría del pueblo – sin distinción de género, sexualidad, religión, o identidad cultural o étnica- se unan para este propósito y, a la misma vez, se opongan a estas ideologías envenedadoras que se empeñan en dividirnos, distraernos y arrebatarnos el poder. Se requiere que nos organicemos consciente y democráticamente para establecer nosotros mismos una sociedad alternativa de abajo hacia arriba, sin la intervención de líderes ni políticos, y que apoyemos críticamente los intentos prácticos de hoy en día de darle el poder a personas corrientes y fortalecer su resistencia al mercado y los estados globales. Con ese objetivo, hacemos un llamado a todos los que simpaticen con este amplio objetivo a que se nos unan – sin tener en cuenta diferencias de opinión en materias de importancia secundaria – para ayudar a construir un fuerte movimiento, inclusivo pero con principios, para lograr un cambio radical en un espíritu de cooperación, amistad y solidaridad.

4 comentarios:

Ricardo Fuego dijo...

Creo que esta es una perspectiva comunista básica con la que todo comunista (excluyo a socialdemócratas y leninistas) podría acordar.

La crítica que podría hacerle es que se queda en el aspecto COMUNista, y no habla del individuo.

Las formas democráticas propuestas para la gestión de la producción no deben proclamarse como objetivo último sino a lo sumo como objetivo transitorio. Porque si sigue habiendo democracia, aun si es la democracia más horizontal de todas, sigue existiendo oposición entre interés general e interés individual, sigue existiendo poder político (aunque no Estado), y el comunismo es la abolición de todo lo separado de los individuos, incluyendo el poder político y la política como actividad separada de la vida genérica. No puede haber comunismo sin anarquía, y viceversa.

Además, no es sólo cuestión de cambiar la organización social. Si la organización social resulta en la división entre una minoría explotadora y una mayoría explotada no es sólo cuestión de fuerza, sino de alienación de la misma humanidad que, todos los días, reproduce esa organización social en su vida cotidiana. La explotación produce alienación, pero es la vida alienada la que reproduce la explotación, y sólo suprimiendo la vida alienada se crean las bases espirituales para crear un movimiento revolucionario que entre sus fines contenga la supresión de la explotación.

En resumen:

1) falta el factor individual, la diversidad y la multiplicidad, y no sólo lo que está en común.

2) falta la alienación, y por lo tanto no se explica por qué el mundo está dividido en explotadores y explotados.

Emiliano Valles dijo...

Me parece que dan en el clavo las agudas críticas del compañero Fuego.

Por un lado, el tipo de articulación social deseado y necesitado como objetivo último debe ir más allá de la democracia de base y el horizontalismo, en tanto se den las condiciones prácticas y organizativas. La democracia de base y luego el horizontalismo pueden ser señalados como relaciones transitorias, pero advirtiendo, claro está, que el objetivo comunista último sólo es alcanzable prefigurándolo en la lucha. Si una forma organizativa transitoria (una mediación necesaria de la lucha) impide, retiene formas más radicales, o si las prefigura o potencia, es una cuestión, creo, a resolverse fundamentalmente en la práctica concreta.

Por otro lado, Abordar el asunto de la propiedad es muy importante, pero debe entenderse como una forma cristalizada de la apropiación capitalista. En tal sentido, la crítica de Fuego radicaliza el concepto, al trasladarlo de la propiedad a la alienación (y al fetichismo). Lo cual implica también ver cómo es que existe en el capitalismo un tejido social de pseudo-justificación del tiempo no laboral, como precondición y a su vez como producto de la explotación.

Cuando en el Manifiesto Comunista se señala que la defensa de la propiedad es necesariamente la defensa de la desposesión de la mayoría, no se debe a "poderosas fuerzas políticas y económicas que actuan" en contra del reformismo de buena fe. Los leninistas precisamente se basan en esta concepción para sostener que sólo con dictadura (en su sentido de centralismo semi-jacobino) se pueden doblegar estas fuerzas (dependiendo también de la buena fe, cuyos resultados conocemos). En cambio, Marx y Engels señalan que la propiedad es en sí misma una relación social capitalista, justamente porque (como ellos explicitarán posteriormente) es la apariencia reificada (en este caso, jurídica) de la explotación. Por cierto, los leninistas por añadidura caen mucho más bajo debido a que una dictadura no prefigura nada, al igual que muchas de sus prácticas.

Agregaría otra crítica constructiva, que es la siguiente: queda la impresión de que esta declaración plantea primero un objetivo de sociedad y luego explica cuáles son sus obstáculos. Pero eso ocasiona un problema doble: nos deshistoriza, y al deshistorizarnos nuestra crítica práctica al capitalismo se convierte meramente en un instrumento para llegar a una sociedad en particular. Esto obvia o ignora lo fundamental, que es que somos comunistas partiendo de nuestras condiciones históricas de lucha contra una sociedad particular de clases. No es que deseamos y necesitamos el comunismo per se, pero está obstaculizado por un capitalismo que nos mata. Mas bien deseamos y necesitamos el comunismo (libertario, se entiende) precisamente porque el capitalismo nos mata.

En otras palabras, pienso que los comunistas debemos entender el anticapitalismo simultáneamente como el medio y el fin, el instrumento y el fundamento. Nuestra aventura total está justificada, no en su posibilidad de culminarse, sino en la negación capitalista total de toda aventura. No es sino esto lo que posibilita el "pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad" del que nos habla Gramsci.

Ricardo Fuego dijo...

Veo otra limitación, pero ésta no es adjudicable sólo al manifiesto de WiC sino al espectro anticapitalista en general.

Aun si nuestro punto de unificación sea el comunismo, y un comunismo definido dinámicamente (como bien dice Emiliano, no como una suma de tareas para llegar a una forma de sociedad predefinida, sino como el antagonismo vivo con la sociedad capitalista actual), esto sigue siendo limitado, porque sigue haciendo centro en nuestra oposición colectiva a las relaciones sociales hegemónicas.

El comunismo es la creación de una comunidad de lucha contra la alienación y la explotación sobre la base de la autonomía proletaria desarrollada más allá de lo que puede permitir el capitalismo.

Pero aquí falta el componente positivo de la autoliberación proletaria, que no puede inferirse solamente a partir de la negación de lo actual. Falta el componente creativo, que no puede inferirse a partir de la crítica.

El comunismo marxista se opuso al comunismo utópico y al humanismo abstracto y basó su enfoque en la crítica radical del capitalismo y la oposición del proletariado al mismo desde la lucha de clases revolucionaria. El comunismo marxista es la teoría de la autoemancipación del proletariado, se desarrolló en tiempos donde la subsunción real de la vida por el capital sólo se hallaba desarrollada en la esfera productiva.

Hoy la dominación del capital es totalitaria, ya no sólo en el trabajo, sino fuera de él, ya no sólo en la "vida pública", sino en la "vida privada", ya no sólo en la cultura, sino en la psicología.

Esto exige desplazar el eje de la teoría revolucionaria de lo crítico-oposicional a lo creativo-positivo. Significa además recuperar la noción de revolución como unidad de transformación social y autotransformación individual (Tesis III sobre Feuerbach).

La actualización de la teoría revolucionaria requiere investigar el componente creativo-positivo de la praxis revolucionaria anterior de manera específica y no como consecuencia del antagonismo con la sociedad de clases. También requiere investigar específicamente el proceso de autotransformación psicológica y no asumirlo como resultado unilateral de la transformación social. También requiere investigar el proceso de autodesalienación como liberación de las capacidades y sentidos humanos y no sólo como liberación los de modos de actividad alienantes.

Estos son los desarrollos que estamos haciendo actualmente con Roi, que se verán reflejados en un texto de próxima publicación en este blog y en nuestra web.

Saludos.

Roi Ferreiro dijo...

Ya habéis criticado todo lo importante, pero se me ocurre otro punto incisivo que no tiene que ver con el texto en sí, sino con los motivos implícitos en su fórmula.

Las carencias del texto, independientemnte de si se deben a imitaciones de visión o a la intención de hacer una propuesta generalista, tienen para mi un significado histórico enorme. Si analizamos que, como señalan vuestros comentarios críticos, hay muchas cuestiones que clarificar y definir que afectan a la praxis social, entonces un proyecto generalista como el de World-in-Common pone "el carro delante de los bueyes".

Es irónico que se pretenda resolver un problema de división con propuestas que han demostrado ya sobradamente que no sirven para crear una unidad, o al menos una unidad revolucionaria o progresiva. Todos los que han puesto la unidad por delante de la clarificación han acabado siempre produciendo un movimiento regresivo, bien porque se fomentan tendencias sociales atrasadas de manera acrítica o bien porque simplemente el planteamiento "unitarista" se hace desde una conciencia práctica revolucionaria que no es no lo suficientemente coherente o que simplemente es falsa (este último no creo que sea el caso). El resultado es que se fortalecen las formas no revolucionarias de acción social con la excusa de llegar a las masas, o de nuclear un grupo suficiente que pueda llegar a ellas.

Lo que hoy necesitamos, en mi opinión, es llegar a la unidad por la vía del estudio y la discusión en profundidad de los problemas sociales (lo que implica también cuestiones de método teórico). Detrás del unitarismo generalista creo que está siempre una visión reduccionista de la lucha contra el capitalismo que privilegia la práctica sobre la teoría, la espontaneidad sobre la organización, el desarrollo de la iniciativa de masas sobre el avance hacia una orientación revolucionaria efectiva y total.

Creo que será así como lograremos, por el avance simultáneo del reagrupamiento revolucionario y del movimiento de masas, conectar ambos procesos -la actividad revolucionaria resuelta y la dinámica de autodesarrollo de masas. Entonces será una confluencia natural. No podemos actuar como si pensásemos que la revolución tiene que ser mañana o como si el hecho de que unos cuantos individuos se organicen y hagan propaganda revolucionaria va a marcar una diferencia sustancial en el autodesarrollo de masas. Es más, en realidad toda minoría radical auténtica es producto y parte de ese autodesarrollo y es por tanto el autodesarrollo mismo lo único que puede crear las condiciones para que alcance las dimensiones y calidad necesarias para cumplir un papel mayor que la elaboración teórica aislada o la propaganda esporádica.