miércoles, 23 de septiembre de 2009

Nacionalismo de izquierdas, el espejismo ibérico


La distinción entre el “nosotros” y el “ellos” es tan antigua como la propia humanidad, y el idioma constituye desde siempre un criterio fundamental para distinguir entre propios y extraños. En una civilización tan encumbrada como la Grecia clásica, se excluía del contrato social a los bárbaros, es decir, a los que balbuceaban, los que no hablaban griego.

Hay nacionalistas españoles (me refiero a nacionalistas con DNI español) que se autoproclaman de izquierdas y afirman, con toda seriedad, que lo “natural” (y por ende deseable) es que las fronteras nacionales coincidan con las fronteras lingüísticas. O sea, habría que aspirar a que en Bélgica se hablara belga, y en Suiza, suizo. Pocos son los países, como éstos, donde sólo se hablan dos o tres idiomas. En Indonesia, por ejemplo, conviven centenares de lenguas, siendo la única con carácter oficial el “bahasa Indonesia”, idioma que casi nadie habla como lengua materna pero cuyo estatus singular nadie disputa. Tampoco en India se rechaza al inglés, que no se ve como una imposición colonialista, y que en los estados del sur se acepta mejor como segunda lengua que el hindi. Desde luego que en ese país hay conflictos étnicos, pero a los hablantes de telugu o bengalés no se les pasa por la cabeza que tengan derecho a formar un estado independiente por el mero hecho de compartir la lengua materna, a diferencia de lo que opinan muchos hablantes de euskera, gallego o catalán. Spain is different.

Sirva lo anterior para poner de manifiesto la irracionalidad y excepcionalidad del panorama nacionalista español. Para demostrar que el nacionalismo, además, choca de bruces con los principios del socialismo, de la izquierda, en realidad basta con hacer referencia al himno socialista. Extraño espíritu de izquierdas el que se ve obligado a renegar de “La Internacional”. Recordemos que Hitler, el gran líder nacionalista del siglo XX, criticó a los judíos alemanes y a los comunistas por su internacionalismo y su falta de patriotismo nacional. (Curiosamente, en España el patriotismo, a diferencia del nacionalismo, sí tiene una connotación de derechas, aunque resulta difícil distinguir con rigor entre ambos términos.)

"El patriotismo es la convicción de que este país es superior a todos los demás porque habéis nacido en él." George Bernard Shaw

El nacionalismo tiene que ver con las lenguas y con las fronteras. Los que sí somos de izquierdas, no aspiramos a dibujar nuevas fronteras, o a cambiar de sitio las existentes, buscando en el mosaico de la historia el momento justo que más nos interese, quedándonos entonces con esas “razones históricas” y rechazando las de cinco siglos antes o cincuenta años después. Nosotros aspiramos a que se implante un sistema de gobierno equitativo y no discriminatorio para todas las personas, en todas las naciones y en todos los estados. Son las personas los sujetos de derechos, no las lenguas ni las naciones. No se puede decir que una lengua tenga derechos, como les gusta decir a muchos militantes de la pseudo izquierda española; en todo caso los tienen las personas en tanto que hablantes de esa lengua, del mismo modo que tienen derechos como trabajadores, como consumidores, como usuarios de los servicios públicos. Los que anteponen nociones como “lengua” o “nación” al concepto de “persona” o “ciudadano” están usando la política como religión.

La religión y el nacionalismo tienen mucho en común: ambas entelequias han dado lugar a millones de muertos a lo largo de la historia. Es lamentable que lo uno (sobre todo como institución) y lo otro (sobre todo como sentimiento) tengan tanta fuerza todavía en un país europeo del siglo XXI, y más lamentable aún que algunos le pongan al nacionalismo la etiqueta de la izquierda. La expresión “nacionalismo de izquierdas” es un oxímoron, una contradicción en sus propios términos, algo así como hablar de un muerto viviente. Por desgracia, en España este muerto goza de buena salud.

Enlaces relacionados y elementos de discusión:
"¿Izquierdas nacionalistas?" Santiago Alba Rico http://www.rebelion.org/noticia.php?id=73939
"Hoy el marxismo puede y debe ser nacionalista", Santiago Alba Rico http://www.rebelion.org/noticia.php?id=15239

domingo, 20 de septiembre de 2009

Luxemburguismo, versus autonomismo


Cada dia mas persuadido de que el luxemburguismo tiene dificultades solo insalvables por la ausencia de criterio y determinación para DECIR NO a ese "aire de familia", que no es precisamente el leninismo, sino el autonomismo, en versión "negrista" o en versión anarcovergonzante: Rosa Luxemmburgo teorizó y vivió, como Lenin, en clave de polémica y disputas tácticas - en esa clave heurística hay que entender su vida y pensamiento - con la derecha y centro socialdemoócrata y con el bolchevismo, sus opiniones sobre el anarquismo no son muy distintas a las de Engels. Que entre los anarquistas modernos se encuentren revolucionarios sinceros no es suficiente para explicar la "buena prensa" de la que el anarquismo goza en los medios liberales burgueses: al cabo, ¡no pretenden disputar el poder!
A ese "buenismo" se acopla Negri: conocedor de la "tendencia" del capitalismo, de la burguesía, a librarse de los estados, de los consensos y las "servidumbre democráticas" - o sease, de las libertades democráticas, de los derechos sociales, del sufragio universal - todavía se anticipa a ella y le marca el camino: ese camino es el de la barbarie, porque, digamoslo claro, por mucha barbarie que los estados capitalistas hayan y han protagonizado necesitaban de legitimación democrático-estatal, al exterior, fuera de los estados, todo lo que hay y que habrá ES UNA DICTADURA CAPITALISTA SIN PALIATIVOS, de las que las actuales "gobernanzas" son solo un anticipo.

LA BARBARIE ES LA APUESTA DE NEGRI: la sumisión por el terror, los actuales "libertarianos", los llamados impropiamente "anarquistas de derechas", el CATO Institute, los fieles de Ayn Rand, son mas consecuentes y menos falaces que Negri que en nombre de ¿que? desarma a los revolucionarios y los pone a jugar el juego de Imperio Estadounidense y de sus aliados subimperiales.

Estoy firmemente convencido de que los marxistas revolucionarios luxemburguistas debemos rehuir el tratar de ubicar al pensamiento de Rosa en ninguna "familia" o subfamilia política, asi pues, las distancias están bien claras frente a leninistas como a consejistas, sin embargo ¿lo está igualmente frente al anarcosindicalismo o a determinadas versiones del autonomismo?, para mi que nada tiene que ver con ellos, ¿porque? por sus toma de posición principista, maximalista antiestatalista, desde luego negada una y otras vez por sus practicas sindicales y tomas de posición política, adecuacionistas, posibilistas en tantas ocasiones, entonces, de ser así, y estoy persuadido de ello..¿para que sirven? ¡pues como ciertos tatuajes! ¡de señas de identidad de la tribu!
Con ese holgado pseudoradicalismo no quiero saber nada, no creo que tengamos que saber nada.

JM

sábado, 12 de septiembre de 2009

A 36 AÑOS DEL GOLPE DE ESTADO: PROFUNDIZAR LA RUPTURA TOTAL CON LA SOCIEDAD DE CLASES.


“Cuanto más desarrollada, más ‘pura’ es la democracia, más abierta y cruel es la lucha de clases, y más claramente se manifiesta la ‘pureza’ de la opresión del capital y la dictadura de la burguesía” (Internacional Comunista, Tesis sobre la democracia burguesa y la dictadura proletaria, 1919).

Resulta imposible comprender tanto lo que fueron el régimen de la Unidad Popular y la dictadura liderada por Pinochet, sin referirse a la naturaleza de clase del reformismo de izquierda y al nuevo ciclo de agitación proletaria que se inició en todo el globo a partir de los últimos años de la década del 60 y la manera en que afectó la dominación capitalista global.

Si ya el mismo Marx había definido a la socialdemocracia como la unión entre sectores proletarios que limaban la punta de su programa socialista con sectores pequeño-burgueses que radicalizaban sus demandas democráticas, durante el siglo XX la socialdemocracia y sus variantes de izquierda (el “leninismo” –segunda gran deformación del marxismo- en todas sus formas) pasaron a desempeñar abiertamente el rol de contención y encuadre de los proletarios, poniéndolos al servicio del modo de producción capitalista (privado, de Estado o mixto). Contención: para evitar la ruptura comunista. Encuadre: haciendo que los trabajadores se sientan orgullosos de ser un engranaje del sistema capitalista, e integrándolos al mismo mediante sus partidos y sindicatos.

Si algo pudiera darnos nostalgia del período histórico abierto a fines de los 60 y que para nosotros en Chile se cerró violentamente en 1973, no se trata de los partidos de la izquierda estatalista de mierda que tuvimos durante la mayor parte del siglo XX, ni las bondades de un capitalismo diferente del actual, pero que esencialmente es lo mismo: un régimen de explotación y dominación de la mayoría a costa de unas cuantas familias. Lo que se puede echar de menos de esa época son los niveles de conciencia de clase y auto-actividad proletaria por el socialismo desde abajo, que en el llamado “segundo asalto proletario contra la sociedad de clases” se empezaron a instaurar por todas partes, en las calles, fábricas, escuelas y cárceles. Esta oleada de comunismo en actos se hizo fuerte a partir de 1967/68 y duró casi una década. Luego de eso, el capitalismo tuvo profundas reestructuraciones que han implicado una verdadera “contra-revolución” donde se ha impuesto el modelo llamado “neoliberal”.

Pero el capitalismo es, al mismo tiempo, en parte invariante, y en parte tremendamente flexible. Y dado que la nostalgia es reaccionaria, tenemos que sacar nuestra poesía del futuro, pero el conocimiento y valoración de las distintas etapas previas de la lucha de clases debe alimentar nuestras conversaciones, debates y reflexiones. Atacar toda mistificación, para reconocer en cada momento las fuerzas que en realidad estaban en pugna, asumiendo que en un sentido histórico hay sólo dos grandes bandos: los que quieren mantener el orden social clasista, y los que queremos derribarlo.

En el primer bando debemos inscribir a todos los partidos, sindicatos y organizaciones que representan la izquierda del capital, incluyendo por supuesto ahí a la llamada “Unidad Popular”: una versión renovada de los frentes populares con los que la contra-revolución estalinista impuso la colaboración de clases a partir de los años 30. En el segundo bando, debemos rastrear por debajo de toda esa mierda reformista para encontrarnos con la autoactividad proletaria expresada en expropiaciones y luchas colectivas, y que se intentó organizar en cordones industriales y comandos comunales. Lamentablemente, en estas experiencias de contrapoder proletario la clase se vio aislada y saboteada por los partidos que decían representarla: no podía ser de otra forma, y es por eso que llamamos “izquierda del capital” a toda esa bosta que ya era maloliente en 1970 y que reciclada ha llegado hasta nuestros tiempos encumbrándose en el poder estatal para administrar mejor el capitalismo total.

Pese a los esfuerzos de muchos militantes de base, el proletariado fue arrojado sin armas (ni materiales ni “ideológicas”) al callejón sin salida de la reacción, confirmando una vez más la famosa sentencia conocida por todo movimiento revolucionario: “quienes hacen revoluciones a medias, cavan su propia tumba”. Por eso, cuando se habla de “derrota”, hay que distinguir: pese al fracaso de las ilusiones socialdemócratas sobre la llamada “vía chilena al socialismo”, el reformismo en realidad no fracasó, puesto que su misión real que es la de administrar por la izquierda el funcionamiento del capitalismo. Fue exitoso en su desarme del proletariado, y las consecuencias las sufrió toda la clase, no sólo en ese momento, sino que hasta el día de hoy. Al efecto, basta con recordar como en el Cordón Cerrillos el 11 en la mañana la resistencia espontánea y heroica de obreros y obreras que levantaron barricadas sin esperar órdenes de arriba no se vio acompañada de la entrega de armas por parte de los partidos y orgánicas que supuestamente se habían estado preparando para una situación de crisis.

Durante la dictadura, el reformismo siguió desarmando a los proletarios: ahora se trataba de luchar a favor de la democracia, contra Pinochet, y no contra el capitalismo. La izquierda del capital se dedicó a castrar la lucha de masas contra la dictadura promoviendo el “antifascismo”, en rigor una nefasta ideología secretada por el cerdo estalinista de Dimitrov para justificar la colaboración de clases. De ahí sus límites: fue una lucha “contra Pinochet” (una persona), por la “democracia” a secas. Y cuando esa palabra se usa sin apellido, se trata siempre de la democracia burguesa.

Por eso es que a 20 años de la “salida democrática” en que Pinochet le entregó el mando a uno de los principales golpistas del 73 (Patricio Aylwin), podemos comprobar que en democracia la dominación capitalista es más total, más invisible, más perfecta. Así, la democracia se ha mostrado en varios sentidos como más represiva que la dictadura. 2 ejemplos:

-En “dictadura”, para entrar a los campus universitarios se requería, formalmente al menos, de la autorización de las autoridades universitarias. En el primer año del gobierno de Aylwin el fascista Espina hizo aprobar una Ley que autoriza a la policía a ingresar a donde quiera si considera que hay “delito flagrante”.

-El sistema penal, esa picadora de carne proletaria, encerraba a menos de 20 mil personas en 1990. Ahora hay más de 53 mil presos, y una avalancha de vigilancia y represión dirigida especialmente contra los sectores antagonistas.

La dominación capitalista es siempre una mezcla de dictadura y democracia: necesita la democracia para legitimarse como una sociedad racional y dialogante; y la dictadura, porque el capitalismo nace del uso de la fuerza, primero una suma de “fuerzas privadas”, y luego al crear su Estado, convierte esa violencia en “fuerza pública” y espectáculo punitivo.

En el momento actual, el nivel de insatisfacción ante la colonización destructiva de todo por el capital (dictadura del trabajo y el tiempo muerto), los gritos de protesta y los ataques difusos contra el sistema están empezando a incrementarse notablemente. Y a diferencia del lastre democrático burgués que operó en dictadura y hasta bien entrados los 90, ahora el antagonismo y los ataques contra el aparato represivo del Estado y el Capital no provienen de organizaciones “leninistas” que pretendían representarnos, sino que de individuos y colectivos organizados anárquicamente en torno o objetivos comunes que directamente enlazan con el programa comunista de abolición de todo tipo de poder separado y de sociedades de clases.

Mientras tanto, en el patio trasero del movimiento social, los reformistas actuales nos dicen que el problema son los restos de dictadura que aún quedan, y que debemos profundizar la democracia. De la misma forma, ayer decían que el problema no era el capital, sino el imperialismo. Que el problema no era el trabajo, sino la falta de planificación de la Economía. Pero ahora hacen evidentemente el ridículo.

Recordemos que el propio Lenin en 1919 decía que tenemos todo el derecho a usar la violencia para “derrocar a los explotadores y aplastar su resistencia”. Es más, si queremos evitar la violencia que implica el funcionamiento “normal” de la economía autonomizada (30.000 niños muertos al día), la única manera es interrumpir el progreso, hacer que la sociedad del capital deje de funcionar.

Dado el incremento drástico de la criminalización de la lucha social, conducida por la prensa y TV burguesas y su policía fascista, es totalmente legítima toda respuesta enmarcada en la violencia proletaria -si bien en cada momento hay formas que son mejores que otras, y confiamos en que en el verdadero movimiento anticapitalista por el comunismo desde abajo esto es bien sabido-. Cada uno a lo suyo. Lo importante es empezar a golpear fuerte, y golpear juntos. Además de la “contra-represión” (nuestro derecho a defendernos a priori de la represión ejercida en nuestra contra por los proles desclasados que son los degolladores de verde y los de la PeDofIlia), ataques descentralizados en los barrios altos, irrupciones imprevistas en donde nadie nos espera, uso de artefactos adecuados para defenderse atacando (por ejemplo, grandes tiestos de pintura en las manifestaciones callejeras para ser usados contra quienes nos traten de disolver), etc. etc. etc. Pues el proletariado es por sobre todo creativo y emplea todas las formas de lucha, pero ahora ya.

Así que, ante un nuevo aniversario de una de las maniobras más violentas de la clase dominante en contra nuestra, recordamos a los luchadores caídos trayéndolos directamente a las luchas del presente.

“El curso general de la revolución proletaria es igual en todo el mundo: empieza a preparar inmediatamente la extinción completa de todo Estado” (Internacional Comunista, 1919).

CONTRA LA POLICÍA FASCISTA: PIQUETES COMUNISTAS

CONTRA LA DICTADURA DEMOCRÁTICA DEL CAPITAL Y POR EL COMUNISMO ANÁRQUICO: CREAR COMUNIDADES DE LUCHA, AMPLIANDO Y RADICALIZANDO LA NEGACIÓN EN ACTOS DE LA SOCIEDAD MERCANTIL Y AUTORITARIA.

Con amor y rabia,
R.A.P. (Redes por la Autonomía Proletaria)